domingo, 24 de agosto de 2014

Fila de a uno

De techo alto que tres personas juntas una sobre otra podrían alcanzar. Ventanales largos que reciben las mañanas e ignoran las tardes. Frisos lejanos y zócalos desapercibidos. Loza en el piso que motiva al frío a calar en los huesos de los caminantes. Andar por este pasillo es viajar al pasado. Sentirte en otra época y caminar diferente.

Frente a los ventanales del estrecho pasillo está la fila de puertas, una tras otra muy cercanas, que abre a las direcciones escolares de la facultad de humanidades. Pensaremos quizás que podríamos caminar por aquí, abrir alguna de ellas y escuchar alguna conversación sobre historia, literatura o filosofía. Pero no, aquí solo se sabe de matrículas y horarios.

Ante un temblor o terremoto, sería un acto suicida elegir esta como vía de escape. Apenas alguien tropiece no habrá forma de abrirse a seguir caminando. El color amarillento de las paredes le da un poco de calor a estos meses en el que el frío se siente en los huesos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario